Con motivo de la publicación de los dos primeros cuadernos de Los ensayos banales de Cristóbal Hara (Ediciones Anómalas), Israel Ariño entrevista al autor.
Una de las cosas que más me ha gustado de los ensayos banales es el carácter casi aforístico de los dos primeros cuadernos. Diría que tanto Al escondite como Archipiélago intentan formular interrogantes, cuestionar el lenguaje fotográfico de una manera más rotunda que en proyectos editoriales anteriores. Parece como si nos estuvieras enseñando a leer o releer imágenes, la propuesta tiene un punto de juego, y a su vez de intriga. ¿Podrías explicarnos un poco cuándo empezaste a trabajar en este proyecto y cómo surgió la idea?
Básicamente se juntaron dos cosas: por un lado, llevo muchos años haciendo ejercicios fotográficos, como entrenamiento. Comencé a hacerlos para intentar controlar los fondos; fallos en los fondos era la causa mas común de que no me funcionaran mis imágenes. Luego comencé a hacer ejercicios para intentar interiorizar el lenguaje de imagen pura, no verbal, de la máquina; otros sobre el color, estructura etc. Lo que aprendía en estos ejercicios lo utilizaba en mis libros, incluso pude aprovechar alguna imagen.
Por otro lado, cuando Gonzalo Romero me propuso hacer un libro con Siete de un golpe, pensé que él quería hacer un libro artesano, de tirada muy reducida, y pensé que el material de Archipiélago podría funcionar. En algún momento le comenté que tenía material para poder hacer varios libros de estos y fuimos madurando la idea de hacer una pequeña colección. El proceso se interrumpió con la desaparición de Siete, y cuando Ediciones Anómalas se interesó por el proyecto lo seguí desarrollando con ellos hasta llegar a su estado actual.
Los ensayos se han publicado sin texto alguno de acompañamiento, ello me lleva a pensar que estas fotografías no necesitan ser explicadas y que quizás se explican mediante las mismas fotografías… ¿Qué requisitos se necesitan para abordar la lectura de estos ensayos?
Ja,ja, tu pregunta me recuerda lo que me pasó con Lacan: a principios de los años 70, los jóvenes pintores españoles decían que para pintar (y para poder entender sus cuadros) había que haber leído a Lacan. Bueno, me puse a leer a Lacan, pero eso era insoportable. Pedí a mis amigos que me explicaran, o que me resumieran lo principal, pero me daban largas y no me explicaban nada. Por fin, en Londres, encontré un libro que se llamaba «Lacan for beginners» (Lacan para principiantes) que pertenecía a una colección en la que explicaban las ideas de los grandes pensadores a través de viñetas, en lenguaje de cómic. Por fin me pude orientar sobre Lacan y, efectivamente, había cosas muy interesantes. Aproveché para comprar varios libros de esos; o sea que gran parte de mi cultura me viene de los tebeos (risas).
No, para «abordar la lectura de estos ensayos», como dices tú, no hace falta haber leído a Lacan, ni a Adorno, ni a Derrida, basta con ser fotógrafo. Ahora, eso si, conozco a muchísima gente que se dedica a la fotografía, pero conozco a pocos fotógrafos.
Existe una generación de fotógrafos que hemos conocido tu trabajo a partir del formato libro y en menor medida, a partir de la copia en pared. ¿Qué importancia tiene el libro como soporte de tus trabajos?
El libro es el final, el lugar donde las imágenes se utilizan y tienen que dar la talla de acuerdo con las razones que las originaron. Las exposiciones me interrumpen mucho el trabajo, sobre todo las grandes; aunque también es verdad que, cuando son pequeñas y se dan las condiciones idóneas, he disfrutado mucho con algunas. Lo ideal es que exposiciones y libros se complementen, pero me intereso más por los libros.
Los ensayos banales es el título genérico de la obra que por lo que hemos podido saber se constituye de distintos cuadernos. ¿Puedes contarnos algo más sobre los próximos ensayos que vienen?
La idea es publicar entre 7 y 10 ensayos. El diseño de la colección está pensado para un máximo de 10 títulos. Hay una pregunta nueva que me interesa: ¿Hasta donde se puede usar photoshop en la fotografía documental? Probablemente el próximo ensayo sea sobre este tema; también estoy trabajando en otros, pero es mejor hacer que hablar.
El diseño del libro ha sido realizado por Roberto Turégano ¿Cómo ha sido el trabajo con él?
El trabajo con Roberto ha sido estupendo, como siempre, pero habría que preguntarle a él como ha sido el trabajo conmigo (risas). Nos conocimos hace 40 años, creo que a través de nuestras parejas, la mujer de Roberto es actriz y mi pareja de entonces también lo era. Cuando quise hacer mi primer libro (1990) no sabía ni por donde empezar, y recurrí a Roberto. Ya son 5 los proyectos que hemos hecho juntos; todo lo que sé de diseño de libros lo he aprendido de él.
En este caso la idea era diseñar la colección más como una colección de pequeños tratados que como libros de fotografía. Roberto ha hecho un trabajo extraordinario de maestro tipógrafo, que se podrá valorar en su justa medida cuando se vayan publicando más títulos de la colección.
Has publicado con Steidl varios de tus proyectos, ¿cómo ha sido el trabajo con una editorial pequeña como Ediciones Anómalas?
Yo prefiero trabajar con editoriales pequeñas. Nunca he publicado un libro personal con una editorial con la que no pueda controlar todo el proceso. El tamaño de la editorial no es lo importante, lo importante es que sepan de libros y que ayuden al autor a realizar el mejor libro posible. Steidl tampoco es la típica editorial grande, no está organizada para ganar dinero con los libros; está organizada para publicar libros excepcionalmente bien producidos, sin morir en el intento. Steidl pone los medios para producir el libro de la mejor forma posible, sin reparar en costes ni calcular cuánto dinero va a perder con él. El inconveniente es que para financiar esto tiene que hacer mucho trabajo para la moda, para instituciones y museos etc. Todo tiene que pasar por su propia imprenta, que trabaja día y noche. Las esperas hasta que puedas realizar tu libro son a veces interminables y difíciles de soportar.
En Anómalas también he podido hacer el proyecto como he querido, y con los colaboradores de mi elección; más no se puede pedir. En este caso el inconveniente es que una editorial pequeña tiene que hacer un gran esfuerzo de promoción y me tuve que comprometer a escribir textos, hacer entrevistas como esta, hacer presentaciones etc. Espero que no tenga que hacer todo esto para cada nuevo título de la colección (risas).
Sí es verdad que los libros publicados por las grandes editoriales tienen mejor difusión y la repercusión es mayor, pero esto está cambiando con internet y con los nuevos canales de distribución. Al final, los buenos libros acaban teniendo vida propia, independientemente de quién los haya publicado.
Parece que estamos viviendo un momento de especial interés entorno al libro de fotografía ¿Qué opinas tú de ello? ¿Crees que ha cambiado significativamente la situación respecto a la de hace unos 10 años por ejemplo?
Si hablamos de España, la situación ha cambiado enormemente y para bien. No solo se publican muchos libros, sino que, además, algunos son extraordinarios.
El típico editor español de libros de fotografía ha sido el listo de turno, que no sabe nada de libros ni respeta mínimamente a los fotógrafos, pero que sabe que puede ganar mucho dinero en torno a la fotografía. Esta gente forma sociedades que se dedican a recoger el dinero que, obligatoriamente, reparte el Ministerio de Cultura. Son gente que sabe tratar muy bien a los altos cargos, pero les gustaría que los fotógrafos estuviéramos recluidos en un campo de trabajos forzados, para que produjéramos gratis el material que necesitan. Ahora, con internet y las nuevas posibilidades de distribución, ya no pueden ahogar a las editoriales independientes, como hicieron con Photovisión y Mestizo en la época de dominio de Lunwerg. Las nuevas editoriales están naciendo del entorno de los propios fotógrafos, y nacen del amor por los buenos libros; este es el entorno propicio para que surjan libros de calidad, y lo que está sucediendo en España lo corrobora. Esperemos que el Ministerio de Cultura se ponga al día y apoye a la calidad y el entusiasmo, en vez de canalizar todas las ayudas a través del empresario que se aprovecha de la histórica vulnerabilidad de los fotógrafos españoles.